Etimológicamente la palabra empresa es de origen latino, “impresa” que a su vez deriva del latín “impredere”, que significa comenzar, emprender algo.
Y esto es exactamente lo que hace una empresa, organizarse para convertir en realidad una idea destinada a cubrir alguna necesidad de la sociedad actualmente no satisfecha o mal satisfecha, generando en su accionar beneficios sociales, ambientales y económicos.
De lo dicho anteriormente se desprende que existe una unión indisoluble entre idea y empresa. Podemos tener ideas sin empresas pero es imposible tener una empresa sin una idea que la sustente.
Por lo tanto el punto central que da origen a las empresas lo forman las ideas.
¿Y que son la ideas?
Los seres humanos vivimos la realidad cotidiana a través de nuestros sentidos, y nos movemos dentro de la rutina que estos sentidos nos dan. Parecemos zombis moviéndonos en un entretejido de sucesos que acompañan nuestro letargo. Solamente nos despierta de este letargo lo imprevisto, lo insólito, lo inesperado.
Ese imprevisto nos obliga a cuestionar nuestra realidad percibida y a generar pensamientos que hagan encajar ese suceso extraordinario en nuestra realidad. Este proceso nos obliga a tener ideas innovadoras que escapan a nuestra rutina de pensamiento. Y estas ideas innovadoras son las que terminan dando origen a emprendimientos innovadores.
Por lo tanto lo primero que debemos tener es una idea disruptiva que cuestione nuestra realidad y que sorprenda a quienes nos rodean, teniendo muy claro que el valor de esta idea será directamente proporcional a la cantidad de personas que pueda sorprender y enamorar para poder finalmente dar origen a un emprendimiento.
Emprendimiento que es llevado adelante por una o más voluntades bajo un cierto formato contractual, con el fin de convertir en realidad ese pensamiento novedoso que permita generar valor social, ambiental y económico tanto para los integrantes de la empresa como así también de la sociedad en la que operan.
Por lo tanto definimos como empresa a una entidad formada por uno o más individuos bajo un acuerdo contractual que puede ir desde una sociedad de hecho, hasta su forma jurídica más avanzada que es una sociedad anónima, con el fin de generar algún tipo de beneficio.
Una empresa en operaciones debe contar en primer término con un formato contractual y jurídico que regule los roles y responsabilidades de los integrantes de la misma.
Aunado a esto debe contar además con un capital operativo que le permita llevar a la realidad el objetivo fijado.
Este capital operativo de una empresa está integrado por:
- El capital humano: El cual está formado por las personas que integran la organización en su totalidad.
- El capital estructural: Compuesto por el conjunto de prácticas, métodos, procedimientos, marcas y símbolos distintivos incorporados a los activos de la empresa.
- El capital social: Que es el conjunto de redes formales de relación con los clientes y proveedores para la ejecución sistemática de transacciones económicas.
- El capital financiero: Formado por los activos tangibles que posee la empresa sumados a los medios de pago incorporados a su actividad.
Como cierre definimos entonces a una empresa como una entidad formada por una o más personas actuando bajo un marco jurídico, en la cual los integrantes aportan capital humano, estructural, social así como capital financiero con el fin de convertir en realidad una idea generando en su operatoria beneficios ambientales sociales y económicos.